Historia del boxeo en Valencia

Historia del boxeo en Valencia

Artículo publicado en Espabox, la Guía Anuario del Boxeo Español 2006 y en la revista Combustión Valencia

Entrada del Sangchilli-Brown

Cuenta mi padre que, a mediados de los años cuarenta, las colas para presenciar los combates de boxeo daban toda la vuelta a la plaza de Toros de Valencia. No era necesario que en el cartel figuraran grandes estrellas del box internacional, que por otra parte no solían acercarse por aquí. Las más de las veces la rivalidad entre los numerosos púgiles locales era suficiente para atraer al gentío, no digamos ya si se ponía en juego un campeonato de Levante o incluso uno de España. En estas ocasiones el boxeo se convertía en el deporte rey valenciano y desbancaba en cuanto a público al mismísimo fútbol.

 

Los pioneros en los años 20 y 30

La tradición boxística en Valencia se remonta a los años veinte, cuando los combates se disputaban en salas de fiestas, inmediatamente después de que este deporte se asentara en Barcelona y Madrid. Precisamente fue en Barcelona, en 1924, donde el peso welter Ricardo Alís, un valenciano de Buñol que emigró a la ciudad catalana siendo niño, disputó el primer campeonato europeo celebrado en España.

Otros dos púgiles valencianos pioneros fueron Hilario Martínez y Serafín Martínez Fort, aunque sus carreras tampoco se desarrollaron en nuestra tierra. En Valencia aún tardaría unos años en desarrollarse una verdadera afición pugilística. Por ello, ambos se formaron como boxeadores en Barcelona, a pesar de que habían nacido en Aielo de Malferit y Turís, respectivamente. El primero realizó la mayor parte de su larga trayectoria (1921-1940) en Norteamérica, dentro del peso welter. Boxeó bastantes veces en el Madison Square Garden de New York, el recinto más prestigioso del boxeo mundial. Fue todo un ídolo en aquella ciudad, así como el deportista español más conocido internacionalmente en aquellos momentos.

 

Hilario Martínez

Hilario Martínez y Ricardo Alís fueron personajes tan populares que incluso hicieron incursiones en el mundo del cine, con la película titulada “Una aventura de Hilario Martínez” dirigida en 1928 por Reinhardt Blother y la cinta catalana del mismo año “La Marieta de l’ull viu”, basada en el cuplé del mismo título y dirigida por Amich i Bert y Mantua, en la que tuvo un destacado papel “Ricardet” Alís.

Muy diferente fue su intervención, ya en la recta final de sus vidas, en la película de Manuel Summers “Juguetes rotos” (1966), que retrataba sin piedad la decadencia de varios boxeadores que habían sido figuras: entre otros un Hilario Martínez, enfermo, que trabajaba como descargador en el puerto de Valencia, la misma ciudad que cuarenta años antes le obsequiaba con recibimientos multitudinarios; y el anteriormente citado Ricardo Alís, cojo y bastante deteriorado también, empleado desde 1950 como guardián en los jardines de Los Viveros.

 

Ricardo Alís

El crítico de boxeo, escritor, periodista y maestro de maestros Fernando Vadillo, contaba cómo en Estados Unidos le ofrecieron a Hilario Martínez disputar el título mundial con la condición de nacionalizarse americano. Al parecer, el boxeador rechazó la propuesta y nunca peleó por el título. Dicen que algo parecido le sucedió a su contemporáneo Paulino Uzcudun, el mejor peso pesado español de todos los tiempos, que tuvo que esperar durante demasiados años su oportunidad.

El último gran combate de Hilario Martínez fue la disputa del campeonato europeo en Barcelona, antes del estallido de la Guerra Civil, durante la cual continuó boxeando con el fin de recaudar fondos para el frente y los hospitales.

Por su parte, el peso ligero Martínez Fort, “El águila de Turís”, cosechó triunfos en los primeros años 30 en Cuba, Panamá y Estados Unidos.

Todavía en plena juventud, Martínez Fort regresó a Valencia y se convirtió en profesor de educación física, actividad en la que se centró el resto de su vida. Instaló su gimnasio junto a la plaza de San Agustín, para después de la Guerra Civil pasar a dirigir la Sociedad Deportiva Martínez Fort, ubicada en el Paseo de Ruzafa.

Es realmente difícil conseguir información acerca de boxeo español anterior al año 1940, ya que la Federación Española de Boxeo, que entonces tenía su sede en Barcelona, se incendió durante la Guerra Civil. Gracias a la brillante labor del historiador de boxeo español Julio González, redactor de la guía Espabox (www.espabox.com), y a su colaboración desinteresada, tenemos noticia de otros destacados boxeadores valencianos de esta época: Félix Gómez, nacido en el pueblo valenciano de Las Cuevas, campeón de España de peso medio; Santiago Alós, peso welter natural de Valencia y campeón nacional de su división; Primo Rubio, un púgil muy popular, compañero de gimnasio de Sangchilli, que boxeó en Marruecos, Francia e Inglaterra y se enfrentó al gran Marcel Cerdán en 1936; el peso welter Francisco García Lluch, que llegó a disputar la corona española y fue conocido en los rings ingleses, franceses y belgas… Un caso especial y muy curioso es el de Antonio de la Mata, un peso pesado de Villarreal, que obtuvo importantes victorias en Cuba y Estados Unidos.

En los años 20 y 30 el boxeo norteamericano se convertía en un grandioso espectáculo de masas, de la mano de legendarios promotores y gracias al trabajo y al carisma de boxeadores inolvidables. Las veladas comenzaban a ser grandes montajes que con el tiempo requerirían una inmensa organización y un enorme despliegue promocional, auténticos “combates del siglo”.  Todo ello tuvo su reflejo, pálido si se quiere pero adaptado a nuestro entorno, en España y, consecuentemente, en Valencia.

 

Martínez de Alfara, campeón de Europa

 

Martínez de Alfara

El primer gran campeón valenciano fue José Martínez Valero, natural de Alfara del Patriarca. De ahí su nombre de guerra “Martínez de Alfara” y su alias “El tigre de Alfara”. Se dio a conocer con sólo dieciséis años en la competición para boxeadores aficionados “Cinturón Valencia”, celebrada en 1927 en la Plaza de Toros. Muy pronto encontró ese mecenas dispuesto a hacerse cargo de él, de formarlo, pulirlo, promocionarlo, y también de organizar esos montajes “a la americana”, con derroche publicitario incluido, en nuestra ciudad.

La carrera de Martínez de Alfara se dirigió con mimo. Poco a poco, se quedó sin rivales en Valencia, después batió a todos los pesos semipesados que significaban algo en España, y más tarde se enfrentó a varios extranjeros que bajaron derrotados del cuadrilátero. Había llegado el momento de disputar el campeonato de Europa, el primer campeonato de Europa de boxeo que se celebraba en Valencia.

Aquel combate fue todo un acontecimiento en la Valencia de 1931. La víspera de San José, precedidos por un gran campaña publicitaria que incluyó entrenamientos públicos de ambos púgiles, subían al ring de la plaza de Toros Martínez de Alfara y el alemán Ernst Pistulla para disputar la corona europea vacante. Precios: cien pesetas la entrada en pista y cinco pesetas la general.

Los organizadores valencianos superaron todo tipo de obstáculos y la presión de otras ciudades, como Berlín y Barcelona, que querían a toda costa organizar este combate. Paralelamente, se realizaban arduas negociaciones para traer el campeonato del mundo a Valencia en caso de que Martínez resultara vencedor…

Sin embargo, todos los planes se esfumaron, al menos por el momento. Después de quince asaltos muy disputados, cuando todo el mundo esperaba la victoria del púgil local, el árbitro dio vencedor al alemán. Aquella noche se armó la gorda: los espectadores arrojaron objetos al ring, rompieron las sillas de pista e intentaron agredir al árbitro.

Al año siguiente, el púgil de Alfara del Patriarca tuvo una segunda oportunidad, de nuevo en la plaza de Toros de Valencia. Y de nuevo un púgil alemán, esta vez Adolf Heuser, se interponía en su camino. Un golpe en frío en el primer asalto acabó con las aspiraciones del boxeador valenciano. La pelea tuvo una anécdota curiosa: a la caída del púgil le sucedió inmediatamente el desvanecimiento de su manager, Nicolás Calvo, que se desplomó sin sentido, aunque afortunadamente no hubo que lamentar peores consecuencias.

A partir de ese momento, la suerte quiso dar la espalda a Martínez de Alfara. Tenía sólo 22 años y estaba en plena forma, había perdido apenas tres combates. Sin embargo, sus paisanos lo consideraron absolutamente acabado para el boxeo y se olvidaron de él. Incluso aquel manager lo abandonó. Valencia, el escenario de su carrera triunfal, se acabó para él y, a juzgar por los datos consultados, nunca más volvió a boxear en esta tierra.

Sin embargo, nuestro hombre no se desanimó y encontró nuevos aliados que creyeron en él y supieron reencauzar su trayectoria. Desde el verano de 1932 hasta febrero de 1934 boxeó siempre en Barcelona, encadenando una racha de victorias que le llevaron de nuevo a las puertas del campeonato de Europa del semipesado.

Y a la tercera fue la vencida: el 7 de febrero de 1934, Martínez de Alfara se proclamaba campeón de Europa en Barcelona al derrotar al belga Leonard Steyaert por decisión en 15 asaltos. Perdió el título en París, por descalificación, frente al ídolo francés Marcel Thil, un boxeador importantísimo que después se proclamaría campeón del mundo.

Martínez de Alfara no debió de desagradar a los franceses a pesar de su derrota, ya que posteriormente fue llamado varias veces para boxear en el Palais de Sports de París.

Su historial registra un combate nulo en Madrid, en 1935, frente al extraordinario aragonés Ignacio Ara, “el catedrático de las doce cuerdas”, otro de los grandes del boxeo español.

Hay una anécdota curiosa en la carrera de Martínez de Alfara, que conocemos gracias a la ayuda documental del historiador Julio González: una noche de 1936 boxeó dos veces, hizo dos combates (y no precisamente de exhibición) frente a los rivales Mistral y Monterrubio, con el fin de recaudar fondos para las tropas republicanas.

En 1938, en plena Guerra Civil española, “El tigre” se instaló en Argentina. Aprovechando su estilo espectacular y su buena cotización, fue contratado la mayoría de las veces para boxear en el legendario estadio Luna Park de Buenos Aires, con los mejores boxeadores argentinos de su categoría.

En Argentina concluyó su carrera en 1943, después de llevar allí a su familia. Al poco tiempo montó un gimnasio para preparar a otros púgiles.

El 15 de diciembre de 1963 falleció de un ataque al corazón. Martínez de Alfara es, a día de hoy, el único boxeador español que ha sido campeón de Europa del peso semipesado.

Sangchilli, el primer español campeón del mundo

 

                                                           Sangchilli

Sí, Baltasar Belenguer Hervàs “Sangchilli” (1910-1992), un valenciano afincado en Torrent, fue el primer español campeón del mundo de boxeo. Y pudo presumir mucho tiempo de ser el único en haber logrado tal proeza. Transcurrieron más de 33 años antes de que otro gran boxeador español, José Legrá, se ciñera el ansiado cinturón en 1968.

Los padres de Sangchilli se oponían a la afición enfermiza por el boxeo que su hijo desarrolló desde adolescente. No era fácil escapar al control paterno y el boxeador tuvo que ingeniárselas para debutar en este deporte. “Mi sobrenombre “Sangchilli”, con el que se me ha conocido en todo el mundo, viene de un chino que era criado de un amigo de mi padre. Se llamaba Sang Chi Li. Yo uní las tres sílabas y así me pude presentar medio de incógnito en Valencia, porque mi padre de ninguna manera quería que yo boxeara (…)  porque el boxeo es innato en mí. El artista nace y el boxeo es un arte. Yo he sido ese artista que veía claro el boxeo”. Así se expresaba Don Baltasar en una entrevista concedida al periodista deportivo Jaime Hernández Perpiñá a finales de los años ochenta, que se recogió en el libro “40 históricos del deporte valenciano”, Ed. Hemeroteca, 1988.

Sangchilli escapó a Andalucía para poder boxear, pero la policía lo detuvo y lo devolvió a su casa ante la comprensible intransigencia de sus padres. Poco después se volvió  a escapar. Su descubridor y manager, Jules Averin, lo vio boxear en Málaga y le organizó un combate contra el campeón de Portugal. Sangchilli fue a Lisboa, ganó y cobró la primera bolsa importante de su vida: 1.000 pesetas.

Averin se entrevistó con sus padres y les convenció de que el chico tenía aptitudes para el boxeo. Su anatomía de 1,55 m. de estatura y 52 kilos de peso se convertía en un auténtico vendaval sobre el ring. Pronto llegó el campeonato de España y después combatió por el de Europa, en julio de 1933. Cuentan las crónicas que el boxeador valenciano propinó una paliza al entonces campeón, el  belga Petit Biquet. Sin embargo, el árbitro decretó combate nulo al final del combate y se armó el gran escándalo en la plaza de Toros, mucho más que en aquel combate robado a Martínez de Alfara.

Esta vez el árbitro no pudo escapar ileso. El colegiado holandés Desmer resultó agredido por unos aficionados enfurecidos, lo que costó una sanción para organizar combates internacionales en Valencia. La Federación Española protestó ante la Europea y se descubrió un error al sumar las cartulinas de puntuación. Se anuló el combate y se fijó una nueva fecha para el desquite, pero Biquet siguió siendo campeón. Al año siguiente, se celebró la revancha en Argel y Biquet ganó por puntos, aunque Sangchilli siempre alegó problemas de salud para justificar esa derrota. Volverían a verse las caras por tercera vez en 1935, en combate sin título en juego, con resultado victorioso para el valenciano por K.O. técnico en el décimo asalto.

A Sangchilli no le hacía falta el título de Europa para llegar a lo más alto. Boxeaba de tú a tú con los mejores en los rings de medio mundo. El mejor ejemplo fue el superclase “Panamá” Al Brown, “La araña negra”, al que derrotó por puntos en la plaza de Toros de Valencia el 18 de marzo de 1935, en la tradicional velada de San José. Pero éste sólo sería el primer capítulo de una larga historia…

 

Al Brown

Al Brown era el campeón del mundo del peso gallo, pero aquella sanción contra Valencia impidió que la pelea tuviera validez como campeonato. La victoria de Sangchilli y el posterior levantamiento de dicho castigo, propició que se organizara una revancha con el título mundial del peso gallo en juego.

Cristóbal Peris, el empresario de la plaza de Toros, se encargó de organizar el combate, el único campeonato del mundo de boxeo que se ha disputado en nuestra ciudad. Al Brown era una auténtica estrella a la que hubo que pagar 50.000 pesetas de la época. Sangchilli tuvo que conformarse con apenas 1.000, aunque declaró: “Hubiera peleado gratis”.

Detengámonos brevemente en las características de un boxeador tan singular y un personaje tan complejo como Al Brown. Hijo de un esclavo de Tennessee que emigró a Panamá, padeció la enfermedad del raquitismo en su niñez. A pesar de ser un peso gallo, tenía la misma envergadura que el viejo campeón de los pesos pesados Jack Dempsey (1,84 m). Alto, delgadísimo y con unos brazos infinitos, Alfonso Teófilo Brown conocía el secreto del K.O. y disfrutaba del sabor del éxito. Se estableció en París, donde trabó amistad con el poeta y dramaturgo Jean Cocteau, y se convirtió en uno de los personajes nocturnos de moda. Ganó mucho dinero, que despilfarró en casinos y cabarets, en gastos caprichosos y excentricidades.  Tenía cientos de trajes y camisas, que mandaba a lavar y a planchar a Londres desde París, docenas de sombreros, automóviles último modelo, una cuadra de caballos de carreras… Afirman que en algunos de sus combates bebía champán entre asalto y asalto. El opio y el alcohol fueron dos de sus aficiones favoritas. Con el tiempo, el boxeo empezó a pesarle, aunque le resultaba indispensable para mantener ese ritmo de vida. Acabó arruinado y enfermo de tuberculosis. Falleció en un hospital para indigentes de New York en 1950. Hay una excelente biografía sobre “Panamá” Al Brown, firmada por el escritor y pintor Eduardo Arroyo, que editó Círculo de Lectores en 1982.

 

Biografía de Al Brown, por Eduardo Arroyo

La bolsa de su combate contra Sangchilli se la dejó entera el panameño en Valencia. Su estancia en nuestra ciudad la pasó de fiesta en fiesta, sobre todo en la sala Rataplán, siguiendo las actuaciones de un joven cantaor del que se había hecho buen amigo. Por su parte, Sangchilli, todo un deportista desde el principio hasta el fin de sus días, estaba preparado a conciencia.

Las circunstancias que rodearon al combate fueron bastante extrañas. Para empezar, la báscula de la habitación del hotel en el que se alojaba Al Brown estaba trucada, lo que hizo confiarse al boxeador, que el día del pesaje oficial se dio cuenta de que, en realidad, estaba 700 gramos por encima del límite del peso gallo. El campeón exigió pesarse en otra báscula que no fuera la de la Federación Valenciana de Boxeo, pero a la cuarta farmacia descubrió que la báscula que pesaba de menos estaba en su hotel. Dicen que fue su propio manager, Bobby Diamant, el que preparó el engaño. Así pues, el campeón tuvo que someterse a una intensa y debilitadora sesión de sauna para poder dar el peso requerido.

Aquel día, en horario matinal, un mitin de Manuel Azaña había congregado a más de 40.000 personas en Valencia. Por la tarde llovió intensamente y al comenzar la velada el público era muy escaso. Estas circunstancias hicieron que el combate se aplazara una semana. Ese tiempo hubiera sido suficiente para que Brown se recuperara, pero el campeón no pasó ni una sola noche en su habitación del hotel Regina. Era precisamente su manager el que le llenaba la copa en sus correrías nocturnas, a pesar de lo deteriorada que ya estaba su relación. Al parecer, Diamant había vendido el título sin que su pupilo lo supiera. Él se encargaría de que el panameño perdiera el título frente a Sangchilli y a partir de entonces se incorporaría, en sociedad con Jules Avernin, a la dirección de la carrera del campeón valenciano. Y así sucedió.

 

Sangchilli

El periodista deportivo Miguel Domínguez Rández cuenta en su libro “De Sangchilli a Kempes. 50 años de deporte al por mayor”, publicado por Ediciones Ruvi en 1994, que las irregularidades en el pesaje continuaron a la semana siguiente. Esta vez era la báscula de la Federación la que estaba amañada y pesaba de más. El engaño aprovechaba que Sangchilli estaba bastante por debajo del límite del peso gallo, 53,524 kg. Brown exigió celebrar el pesaje en una báscula cercana comprobada por un técnico municipal. A espaldas de su manager y en secreto, Al Brown había vigilado su peso día a día en esta báscula, situada en el interior de la portería del número 14 de la calle del Palau. Se llegó a celebrar el pesaje en una tercera báscula y, finalmente, se decretó que los dos hombres estaban dentro de la categoría. Así consiguió el boxeador panameño librarse de esta nueva trampa.

La velada del 1 de junio de 1935 fue un fracaso económico, a pesar de disputarse un campeonato mundial. Sangchilli ganó por amplio margen de puntos y la gente lo llevó a hombros desde la plaza de Toros hasta la casa de sus padres, en la plaza de la Virgen.  Por su parte, su rival se derrumbó inconsciente nada más terminar la pelea y fue trasladado al hotel, donde despertaría muchas horas después. Según Al Brown, su preparador le suministró un narcótico haciéndole creer que tomaba un estimulante. Sin embargo, días después El Mercantil Valenciano publicaba: “Brown ha tenido la humorada de decir que alguien le echó no se sabe qué en la comida. Tamaño absurdo ni aun como cuento puede admitirse, pues junto con él comieron varios amigos a los que nada pasó y admitiendo esta patraña, ¿cómo no se hizo examinar por el médico? Brown no ha tenido más envenenamiento que el que le produjeron los golpes de Sangchilli”.

En cualquier caso, Sangchilli no tardó mucho tiempo en sufrir en sus carnes las malas artes de Bobby Diamant, lo que apoya la teoría de que los manejos turbios también estuvieron presentes en Valencia: “En 300 combates nadie me ganó por K.O. Nadie… Menos una pandilla de gansters en New York. Cuando me enfrenté a Tony Marino en junio de 1936, me pusieron algo en la botella en el descanso entre los asaltos 13 y 14 y, prácticamente, me desvanecí”. Este combate fue reconocido por algunas asociaciones como campeonato del mundo, mientras que Sangchilli seguía siendo el monarca mundial de los gallos para el resto.

Perdería definitivamente el título frente a su buen amigo Al Brown en 1938, en París, en otro controvertido combate, promovido por Jean Cocteau, que Sangchilli asegura que ganó de principio a fin. A partir de entonces boxeó en Canadá, Estados Unidos, México, Francia e Inglaterra, para acabar su carrera pugilística en España.

Sangchilli contrajo matrimonio con una trapecista francesa y se enroló en el circo, donde realizaba espectaculares exhibiciones de salto de comba. También abrió un gimnasio en Torrente y se convirtió en preparador y manager.

Un trágico accidente doméstico se lo llevó para siempre el 2 de septiembre de 1992 en la Villa Sangchilli de Torrent, la casa que había comprado en su época de campeón.

 

García Álvarez, caballero del ring

 

                                                                                                               García Álvarez

Hoy en día pocos recuerdan a este ejemplar deportista valenciano que fue el ídolo de toda una generación. Sin embargo, ahí queda su record profesional, recogido en los registros del portal de referencia Boxrec: 110 peleas con 73 victorias a lo largo de diez años de trayectoria.

José García Álvarez nació en Valencia el 16 de julio de 1916. A los once años era paralítico de las dos piernas y, por prescripción facultativa, comenzó a ir al gimnasio. Allí nació su afición al pugilismo. En 1935, con sólo 19 años de edad, se proclamó campeón de España amateur. Seis años después, ya en el boxeo de pago, se alzaba con la corona española de los pesos ligeros al batir a Juanito Martín.

García Álvarez era un boxeador técnico, con una depurada esgrima, en la que destacaba un excelente juego de piernas. Después del título español de los ligeros, arrebató el de los welter a su amigo, también valenciano, Estanislao Llácer, un 23 de junio de 1945.

Del mismo modo que hoy vemos a boxeadores internacionales, como Óscar de la Hoya, que desarrollan su carrera subiendo de peso progresivamente y acaparando títulos, García Álvarez, después de ser campeón de los ligeros y de los welter, intentó conquistar el título español del peso medio en Valencia, ante más de 22.000 personas que abarrotaban la plaza de Toros. Su rival, alguien a quien ya hemos citado en esta historia: Ignacio Ara.

El resultado del combate, celebrado en octubre de aquel año, fue nulo. Todo un honor para el boxeador valenciano, que reconocía que su rival de esa noche “era el hombre al que soñaba parecerme, el hombre al que intentaba imitar ante el espejo, el boxeador español más completo de todos lo tiempos”. Por ese combate, García Álvarez cobró 25.000 pesetas, la mayor bolsa que consiguió jamás en España.

 

                                        Prolegómenos del Álvarez-Ara

En los meses posteriores defendió repetidamente su título del peso welter. Sin rivales en España y sin mejores posibilidades a la vista (“Nunca fui campeón de Europa. Era la época en la que ni un solo extranjero entraba en España. Todo nos lo teníamos que hacer nosotros”), aceptó una oferta para realizar tres combates en Cuba. Lo cierto es que la estancia se prolongó bastante más tiempo, en el que García Álvarez ganó mucho dinero. Realizó 26 peleas en Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, Nicaragua, El Salvador, Panamá, Honduras, Costa Rica, México y Estados Unidos.

Ésta fue la última etapa de su carrera, en la que se contabilizaron más derrotas que victorias, pero la más rentable para el púgil valenciano, que se labró una buena reputación en los rings americanos donde le llamaban “El caballero español del ring”.

Se retiró en febrero de 1950. Después montó un gimnasio en La Habana, en el que entrenó a un joven José Legra. Tras la revolución castrista, García Álvarez y su familia regresaron a España en 1962.

De nuevo en Valencia, trabajó como masajista del Mestalla y después desempeñó la misma función durante bastantes años en la sauna de la piscina Valencia.

 

González Sales, el mejor peso pesado valenciano

 

González Sales

Nacido en Chulilla el 11 de marzo de 1929, este peso pesado valenciano fue campeón de España de su categoría como amateur y profesional.

Como amateur desarrolló un excelente palmarés al conquistar durante tres años consecutivos (1948, 1949 y 1950) el título español de los pesados.

En 1950 debutó como profesional, perdiendo por puntos frente a Antonio Folgado, peso semipesado valenciano con el que mantuvo una tremenda rivalidad, muy celebrada por los aficionados, en la primera etapa de su carrera.

En los años 50, José González Sales fue el amo y señor de los pesos pesados en España, en una época –todo hay que decirlo- en la que no hubo grandes figuras nacionales en dicha categoría.  A pesar de sus escasos 83 kilos y su falta de pegada (solía resolver sus victorias por puntos), era un boxeador serio, con mucha movilidad y buena técnica y defensa, no era sencillo batirle.

En 1952 se proclamó campeón de España al vencer por K.O. a César Santa Eulalia, un título que no perdería hasta 1961, frente a un destacado púgil vasco, Mariano Echevarría.

Un auténtico jornalero del ring, González fue reclamado en toda Europa y boxeó con gente de renombre, aunque nunca llegó a disputar el título del viejo continente. Su victorias más importantes se produjeron en 1957 en Bolonia, contra el excampeón de Europa Franco Cavicchi, y en 1962 frente al inglés Billy Walker, uno de los boxeadores más conocidos del Reino Unido en aquellos días, con el que perdería en el combate de revancha.

Muchos años después, el 19 de febrero de 2003, González Sales fallecía en Valencia. Durante su carrera profesional, que se desarrolló entre 1950 y 1964, disputó 72 combates, con 31 triunfos (13 por K.O.), 35 derrotas y 6 nulos.

 

Antonio Folgado, el “tigre de Manises”

Este boxeador fue otro de los grandes ídolos de la afición valenciana en los años 40 y 50. Tenía un estilo poco depurado pero una acometividad, un pundonor y una pegada emocionantes que levantaban de sus asientos a los espectadores.

A pesar de su sobrenombre, Folgado nació en Paterna un 23 de agosto de 1923. La afición al boxeo caló hondo en él después de ver en el cine el combate por el título mundial de los pesos pesados Max Baer-Primo Carnera.

 

                                                                                                    Folgado – Ara

Se proclamó campeón de España del peso semipesado en Valencia el 22 de junio de 1946, al vencer por puntos al omnipresente Ignacio Ara. Hay que aclarar que, en el epílogo de su brillantísima carrera, acabada la Guerra Civil y después de su larga etapa americana, Ignacio Ara regresó a nuestro país. “El catedrático de las 12 cuerdas” ya rebasaba ampliamente la treintena pero todavía tenía boxeo más que suficiente para trabajar en España dentro del peso medio y semipesado. Como puede comprobarse, estuvo muy ligado a las grandes noches del boxeo valenciano. Tengamos en cuenta que Valencia fue la capital del boxeo español en aquellos años.

Folgado y Ara disputaron en tres ocasiones el campeonato español del semipesado, con un balance de dos combates nulos y una victoria por puntos para el boxeador valenciano. Con el campeón de los pesados Gónzalez Sales, Folgado tuvo una dura y larga competencia, ya que se enfrentaron en cuatro ocasiones, en las que dos victorias fueron para el tigre de Manises y otras tantas para González. Otros de sus grandes rivales fueron los también valencianos Estanislao Llácer, al que nunca pudo ganar en las tres peleas que mantuvieron, y Mariano Ramón Lloréns, al que se enfrentó ni más ni menos que siete veces.

En 1949 la Federación Española de Boxeo le desposeyó de su título de campeón de España, por haberse marchado a América sin retirar la licencia.

Como amateur, fue integrante del equipo nacional, en una época en la que éste estaba integrado casi en su totalidad por boxeadores valencianos (Romaguerá, Zaragozá, Alberola, Beltrán…), y recorrió buena parte de Europa.

Folgado fue un personaje muy particular dentro y fuera del ring. Como muestra, su particular forma de abordar la sauna: introduciéndose dentro del horno de pan que tenía la familia de su mujer. Su biografía está plagada de increíbles anécdotas, auténticas aventuras, como aquélla en la que raptó a su novia, cuando lo encarcelaron en Mallorca por falsificador, cuando salvó a una chica de morir ahogada en las aguas del Danubio y en la velada de esa misma noche lo presentaron como un héroe, otra en la que adelgazó cinco kilos en 24 horas y engordó ocho en el mismo tiempo; aquella vez que, haciendo footing, lo amenazaron con una pistola y noqueó a su asaltante, su enorme apetito que le llevó a comerse él solo una paella para seis personas, una operación de apendicitis en la que no le aplicaron anestesia; un viaje a Tánger en la chimenea de un barco, cuando por una apuesta arrebató el velo a una mujer en Melilla y no lo mataron de milagro, la noche en la que tuvo que boxear después de haber enterrado a uno de sus hijos…

A propósito, tengo constancia de un libro (aunque nunca lo he visto) publicado por la editorial Cosmos en 1953, titulado “Aventuras y desventuras de Folgado (el tigre de Manises)”.

Precisamente, en ese mismo año, después de perder en Madrid por fuera de combate, Antonio Folgado colgó los guantes.

 

La ORPUVA, Organización Pugilística Valenciana

 

La plaza de toros de Valencia en una de sus noches boxísticas de gloria

En los años 40 y 50, Valencia era la máxima potencia boxística de España, por la intensa actividad que aquí se desarrollaba y también por su rica cantera de púgiles. La ciudad tenía más de veinte años de tradición pugilística y había vivido acontecimientos muy importantes, como algunos de los que ya hemos citado.

En aquellos momentos abundaban en la ciudad y en los pueblos cercanos los gimnasios dedicados al boxeo. Una buena salida para las figuras locales al final de sus carreras era montar su propio gimnasio. El más importante de todos ellos fue la Sociedad Deportiva Martínez Fort, anteriormente citada. A destacar también el gimnasio de García Álvarez en el Grao (al que acudía mi padre en su adolescencia), el de Antonio Ros en los Baños del Almirante, el gimnasio del campeón mundial Sangchilli en El Vedat de Torrente, y otros en Silla, Sueca, Benifayó, Masanasa, Algemesí, Castellar…

El boxeo se había convertido en una actividad importante que contaba con numerosos practicantes, algo normal en unos tiempos de dificultades económicas, e infinidad de seguidores. Sin embargo, hay un hecho decisivo que determinó la continuidad de las veladas de boxeo: la creación de la Organización Pugilística Valenciana (ORPUVA). Esta organización era la concesionaria de las veladas de la plaza de Toros y estuvo programándolas de forma continua y regular hasta que este deporte entró en franca decadencia ya en los años sesenta. La ORPUVA se encargaba de la explotación del local para el boxeo y trabajaba de forma seria y con una visión inteligente, nutriéndose sus carteles de la amplia y rica cantera de boxeadores valencianos: García Álvarez, González Sales, Estanislao Llácer, Pedro Ros, Francisco Ros, Federico Carbonell, Ramón Correa, Mariano Lloréns, Ben Buker, Juanito Beltrán, Antonio Folgado, Zaragozá, Alberola, Salcedo, Ferris y un larguísimo etcétera. Nombres que sólo sonarán a aquellos que hayan rebasado los setenta años, improbables lectores de este Combustión.

Por la plaza de Toros de Valencia pasaron los mejores boxeadores de España. El planteamiento era sencillo: normalmente los púgiles locales se enfrentaban a los de otras ciudades españolas, aunque también se recaudaron grandes taquillas enfrentando a boxeadores valencianos del mismo peso, como los anteriormente citados González Sales-Folgado, Folgado-LLoréns o García Álvarez-Llácer, por poner sólo algunos ejemplos. Eran combates que pedía la afición.

Las veladas de los jueves y los sábados fueron clásicas en la noche valenciana, como también fue tradicional la velada de Fallas, que normalmente se celebraba la víspera de San José, y que era una velada especial, con uno o varios títulos en juego. La ORPUVA destacó durante muchos años por su buena visión empresarial, con detalles como la reserva de localidades supereconómicas para las mujeres, con lo que lograba atraer también al público femenino a los combates.

Cuando el boxeo dejó de ser rentable en Valencia, esta organización se dedicó al montaje de veladas de lucha libre americana, el Catch, que también se convirtió en todo un fenómeno de masas.

 

El boxeo amateur valenciano y su momento mágico

 

                                Equipo amateur de Levante (1948)

El boxeo amateur también tuvo una gran tradición en Valencia, aunque casi siempre como una etapa de aprendizaje previa a la práctica remunerada profesional. No obstante, la plaza de Toros reservaba los jueves por la tarde para los combates “con camiseta”, con un éxito notable.

En los años 40 fueron muchos los amateurs valencianos que consiguieron el título nacional. Ya en los campeonatos de España de 1935, celebrados en Valencia en la pista del Patín Alameda, el equipo valenciano se había anotado cuatro de los ocho títulos, resultando vencedores en las finales el peso mosca Toledo, el ligero García Álvarez, el medio Anaya y el pesado Aguilar.

Pero el acontecimiento apoteósico del pugilismo aficionado se produjo en la edición de los campeonatos de España de 1948, celebrada en la plaza de Toros de Valencia ante 25.000 espectadores que abarrotaban el recinto. Aquel año, todos, absolutamente todos los títulos de las ocho categorías vigentes en aquel momento fueron para los componentes del equipo de Levante.

Aquella edición estaba resultando muy reñida, ya que existía mucha rivalidad entre los equipos de Cataluña, Guipúzcoa, Centro y Levante. En las cuatro noches que duró el torneo pasaron por taquilla 60.000 espectadores dispuestos a animar a su equipo.

En el peso mosca, se impuso Gimeno, al que se consideraba uno de los elementos más débiles del seleccionado valenciano.

A continuación, en el peso gallo, se anotó la victoria Álvaro Vicente Doménech, un boxeador nacido en Alberic en 1928,  que sólo unas semanas antes había conseguido un diploma olímpico (4º puesto) en los JJOO de Londres de 1948.

Estos dos boxeadores no pasaron nunca al profesionalismo, siguieron como amateurs y no tardaron en retirarse.

José Hernández, “el zurdo de Elche”, se alzó con el triunfo en la categoría pluma. Como profesional  tuvo una brillante carrera dentro de los pesos pluma y ligero y disputó en dos ocasiones el campeonato de Europa al imbatible italiano Duilio Loi.

El campeón de los pesos ligeros fue Natal, que siguió combatiendo hasta que una lesión ocular le apartó del boxeo. Por cierto, que por circunstancias que no vienen al caso, conocí a este campeón hacia finales de los años 80.

Federico Carbonell, de Silla, fue el representante valenciano en la categoría welter. Después, fue llamado por la selección europea para participar en el torneo “Guante de Oro” de Chicago, algo así como un campeonato mundial amateur. Como profesional, disputó en varias ocasiones el campeonato de España.

El peso medio Cataluña se adjudicó el triunfo en dicha categoría y en la del peso semipesado la victoria fue para el suecano Chaques, un púgil que también se retiró como aficionado.

Por último en la división de los pesados, nuestro viejo conocido José González Sales obligó a abandonar al representante de Guipúzcoa, en el único combate de estas finales que se resolvió antes del límite.

Aunque nunca se repitió un triunfo tan sonado, el boxeo amateur valenciano conoció otros momentos y boxeadores importantes. A riesgo de olvidarnos de alguna figura, podemos citar a Fernando Riera, un boxeador de Sueca que fue olímpico en Roma (1960), en los mismos juegos en los que se dio a conocer Cassius Clay. Como profesional disputó varias veces el título de España del peso ligero y se enfrentó a grandes púgiles como Juan Albornoz “Sombrita”Domingo Barrera Corpas, entre otros. Se retiró en 1967. Desde hace muchos años dirige el club de boxeo Sueca del que han salido boxeadores importantes, como su hijo Fernando José, que fue campeón de España profesional del peso superwelter, título que ganó en 1995 en Sueca a Kid Bello, y que perdió dos años después en el Pabellón de la Fuente de San Luis de Valencia frente a Fco Javier Castillejo, uno de los mejores boxeadores españoles de todos los tiempos, en un combate que tuvimos la suerte de presenciar.

 

Cartel Castillejo-Riera

Otro destacado púgil amateur valenciano fue Vicente Rodríguez. Aunque había nacido en la provincia de Badajoz en 1954, siempre perteneció a la regional de Valencia. Fue campeón de España amateur durante varios años. Su larga y brillante carrera le llevó a destacar en los más importantes torneos internacionales: obtuvo la medalla de plata del peso mosca en los campeonatos de Europa celebrados en Belgrado en 1973 y compitió en los JJOO de  Montreal (1976). Boxeó como profesional entre los años 77 y 81, dejando tras de sí un récord de 21 combates con 17 victorias, 3 derrotas y un combate nulo. Disputó el título europeo del peso gallo en el combate que supuso su retirada del boxeo.

 

Vicente Rodríguez

Como último dato sobre el boxeo amateur en Valencia, hay que señalar que el Pabellón de la Fuente de San Luis de nuestra ciudad acogió la celebración de los campeonatos de España de boxeo aficionado durante tres jornadas en marzo de 1995.

 

De los años cincuenta hasta nuestros días

A finales de los años 50, la prosperidad económica marcó un descenso acusado en la práctica del boxeo. Hubo algunas buenas excepciones, como Ramón Correa, campeón de España de los welter y los medios, Estanislao Llácer hijo, peso ligero que llegó a disputar el título español, y el anteriormente citado Fernando Riera. Pero lo cierto es que comenzaron a escasear los púgiles valencianos y las veladas perdieron continuidad.

Sin embargo, la plaza de Toros vivió momentos de alto nivel pugilístico proporcionado por los grandes nombres del boxeo español de esta época.  Para los promotores, Valencia seguía contando. A pesar de que la programación se convirtió en esporádica y de que apenas había nombres valencianos en los carteles, se mantuvo durante muchos años la tradicional velada de Fallas.

Precisamente, en la velada de Fallas de 1957, Exuperancio Fred Galiana, campeón de Europa del peso pluma, fue la gran atracción, repitiendo su cita victoriosa con el público valenciano otra vez en 1963 y dos veces más al año siguiente.

Otro de los grandes del boxeo español de los 50 y 60 fue Luis Folledo, contratado para boxear en Valencia en 1959 y 1967. El campeón de España de los pesos welter y medio venció en ambos combates.

 

José Legra, «El puma de Baracoa»

La velada de Fallas de 1967 tuvo como invitado estelar a José Legrá, nuestro “Cassius Clay de bolsillo”, que venció por puntos. Antes, en 1964, el púgil cubano nacionalizado español, campeón de Europa y del mundo del peso pluma, había combatido dos veces en Valencia, siempre con resultado favorable.

Un habitual de las veladas valencianas fue Pedro Carrasco, que combatió en nuestra ciudad nueve veces entre los años 1966 y 1970. En una de estas peleas, celebrada en octubre de 1968, defendió su título de campeón de Europa del peso ligero venciendo por decisión en quince asaltos al finlandés Ollie Maeki.

 

                                                    Pedro Carrasco

El boxeador español más taquillero de los sesenta y setenta, José Manuel Ibar “Urtain”, fue reclamo para el público valenciano en tres ocasiones, aunque no tuvo en nuestra ciudad ninguno de sus compromisos más importantes. El doble campeón de España y de Europa del peso pesado se enfrentó a Expedit Mountcho en la velada de Fallas de 1969 y a Sonny Idowun en julio de 1971. En ambas ocasiones triunfó el púgil vasco por K.O. en el tercer asalto. La tercera visita de Urtain a la plaza de Toros se saldó con una derrota por inferioridad frente a Rocky Campbell, en 1974.

 

Imagen del Urtain-Mountcho en Valencia

El campeón europeo y mundial del peso ligero y superligero Perico Fernández nos visitó en junio de 1975, precisamente en su época de campeón del mundo, aunque en Valencia boxeó sin título en juego frente a Frank Molina, un rival semidesconocido, en una pelea de trámite que ganó por puntos. Era la época en la que TVE todavía retransmitía boxeo, y Perico había triunfado en varios combates televisados importantes (frente a Tony Ortiz, Takeo “Lion” Furuyama y Joao Henrique), por lo que resultó especialmente atractivo para la afición valenciana. Más de 10 000 espectadores se dieron cita para ver al púgil maño en la plaza de Toros. Uno de ellos era yo que, con sólo 9 años de edad, di la paliza todo lo que pude para que mi padre me llevara al boxeo.

Perico colgaría los guantes precisamente en Valencia, según podemos comprobar en su récord, perdiendo por puntos frente a Gonzalo Mencho en 1987.

 

Perico se proclama campeón del mundo

Muchos otros boxeadores de renombre, como el campeón del mundo superwelter José Durán y los campeones de Europa Tony Ortiz, Roberto Castañón y Alfredo Evangelista también combatieron en Valencia en alguna ocasión.

Después, poco a poco y por diversas razones, el boxeo español entró en franca decadencia, por lo que las veladas en la ciudad de Valencia prácticamente se extinguieron.

A pesar de ello, encontramos nombres valencianos de cierta importancia en la última década. Cabría destacar al anteriormente citado Fernando Riera hijo, campeón de España del peso superwélter en 1995, y a Paco Borja, campeón nacional del peso crucero en 1996.

En la actualidad, todavía se celebran algunas veladas, que compaginan en su cartel los combates amateurs y neoprofesionales, y muy de tarde en tarde algún título en juego, como aquel campeonato español superwélter Castillejo-Riera en 1997.

El boxeo se ha convertido en un espectáculo minoritario y sólo unos pocos gimnasios valencianos mantienen encendida una tímida llama.

Hoy en día, las localidades más activas en la programación de veladas son Sueca y Sedaví, que ofrecen siempre interesantes combates y permiten conocer a los púgiles de sus respectivos gimnasios. Esperemos que vayan a más, aunque los días de gloria del boxeo valenciano sean ya historia completamente olvidada para el gran público.