Sonny Terry, Charlie Patton, Sonny Boy Williamson, Muddy Watters, Willie Dixon, Little Walter, Howlin’ Wolf, Bessie Smith, Robert Johnson, John Lee Hooker… ¡gracias, gracias!
Superhéroes del blues, maestros de maestros, tan lejos en la distancia y en el tiempo pero a la vez tan cercanos.
El blues siempre estuvo ahí, “every day I have the blues”… yo no era negro, esto no era Chicago ni el Delta del Misisipi pero había blues en el aire, en la sangre, en la vida, en las chicas… en casi todas partes. Atractivo y estimulante desde bien temprano, el blues y sus gentes destilaban verdad, lo aprecié siempre y lo sentí muy adentro como germen puro, antecedente valioso y reconocible.
Dando tumbos por los muchos blues de la vida, siempre perplejo en cada cruce de caminos, el ilustrador que he llevado dentro desde pequeño tardó lo suyo en aflorar. Fue bastante después de que me deslumbrara la lectura adolescente de los tebeos de Robert Crumb dedicados a este género, que me dieron a conocer algunas biografías crudas e insólitas. Fue también después de llegar a la armónica a través del blues y de convertirme en músico de rock, circunstancia que me acercó todavía más a estos pioneros y sus épicas hazañas.
Sin embargo, el ilustrador llegó por fin para quedarse, como el blues y su emoción eterna, y el dibujo se hizo, consecuentemente, blues. Han sido unos años de frenética pero entrecortada dedicación a estos superhéroes, un homenaje sincero y devoto que tuve que alternar con otros trabajos necesarios para ganarme la vida.
Dice mi amigo Cisco Fran que estos son unos «retratos llenos de verdad, dignidad y evocación de unos héroes, ya desaparecidos, cuyo legado sigue inspirándonos”. Espero que sea así. Va por todos ellos.
Chumi